Cuando
lees la hipocresía descrita en la Constitución y en los Estatutos
Autonómicos, te empiezas a cuestionar si las leyes se crearon para
la ciudadanía, o para legitimar una oligarquía que no esta basada
en la soberanía nacional, sino, en una capa de la sociedad
privilegiada del poder económico, y que solo necesita legitimar su
poder en textos, porque ahora esté de moda que toda democracia quede
por escrito, y con toda hipocresía e incredulidad, se permita
hacerse propaganda de si misma en el BOE o en la Constitución,
recordando que es una Legislación Consolidada, o que se recuerde a
si mismo torpemente que es un Estado Social, auto-publicitando
“Democrático”. Eso solo quiere decir, que cuanto mas aparezca la
palabra Democracia, menos lo será. Y cuanto mas se desarrolle menos
Democrática será.
Los
textos son explícitos, escriben de los servicios oportunistas y
reivindicativos de las modas pasajeras, pero luego no se espera nada
mas, se deja al sistema electoral que lo premie o castigue en función
de si predica con el ejemplo o no, la Constitución y los Estatutos
de Autonomía parecen un programa electoral lleno de estética
realizado torticeramente para intentar saciar y convencer a los
extranjeros y los ciudadanos de algo que nunca podrá desarrollarse
en España, la ética de buen Gobierno.
La
imaginación no debe ser una cualidad negativa en la sociedad, todo
lo contrario, nos ayudan a distraernos de la realidad con obras
fascinantes, sobretodo cuando la realidad que nos rodea es aversiva.
La capacidad de abstracción es indiscutible, incluso el autor de
libros literarios suele añadir cierto delirio cómico o cínico en
su obra literaria, hasta que sentimos nostalgia, melancolía incluso
compasión por el protagonista de la historia, nos ayuda a ser mas
humanos, quien toma al Quijote, como una lucha de los demonios de un
mal sueño, la realidad.
Sin
embargo, no ponemos nuestros sentidos, nuestra compasión, y no
vivimos con la misma pasión la realidad literal, en cierto sentido
se nos ha apartado de la acción política que construye nuestro
futuro, la única fuerza capaz de salir de nuestra fantasía con la
que vivimos y convivimos. Sometidos a la peor distracción
adoctrinadora, esa televisión que guía con la visión de la
oligarquía económica, pero con ayuda de psicólogos que manipulan
la conducta humana, aquellos que estudiaron nuestros cerebros con
fines comerciales para influir nuestra conducta sobre la publicidad,
llegando al subconsciente con la tecnología subliminal, para ser
esclavos de sus acciones, acciones que coartan su libertad,
alejándolos de la conciencia de las mismas.
Democracia
es una palabra de origen griego que fue acuñada por los atenienses
para referirse a su forma de gobierno, instaurada en los últimos
años del siglo VI a.C.
La
pregunta que nos llega es, ¿ tenemos una cultura lo
suficientemente buena para ejercer directamente
los poderes soberanos, sin ningún tipo de representantes que
distorsionen, alteren o manipulen la voluntad del pueblo para
adaptarla, según su conveniencia, a sus intereses privados,
posibilitando que todos los ciudadanos tengan al menos una pericia
aceptable en política ?
¿Tenemos
conciencia de clases y sabemos que los principales medios de
comunicación que son los dueños de los canales de comunicación que
manipulan la información interpretándola antes para darnos su
retorcida visión y su opinión sobre hechos aislados que forman
parte de nuestras vidas?
¿Sabemos
por que alteran hechos insignificantes que no representan un grave
problema en el desarrollo de nuestras vidas y por que silencian los
que si nos perjudican el futuro?
¿Tenemos
la capacidad de ver la mentira, o la intención del mensaje?
La
democracia no surgió espontáneamente en Atenas, sino que fue el
resultado de un largo proceso de conquistas sociales, económicas y
políticas, conseguidas gracias a las revoluciones del pueblo, que
subyugado y profundamente discriminado durante siglos por la poderosa
aristocracia (eupátridas), se levantó contra el régimen político
revelado, auspiciado y sustentado por la religión tradicional del
Ática. Gracias a las reformas solonianas, consiguió acceder a la
propiedad y a los primeros derechos políticos, comenzándose a
iluminar la senda por la que tendría que caminar hasta alcanzar el
poder político que tradicionalmente habían monopolizado los
eupátridas.
Clístenes
continuará el camino iniciado hacia la democracia otorgando nuevos
derechos políticos al pueblo y diseñando una organización
político-territorial: la división de Atenas en diez tribus, con la
que asestó el golpe definitivo al poder político-religioso de
los eupátridas, al eliminar todos los privilegios basados en el
nacimiento de los que secularmente habían disfrutado, y suprimir la
influencia de la primitiva religión en la vida política ateniense
instaurando nuevos cultos a divinidades diferentes. Con la ascensión
de Pericles al cargo de strategos y sus reformas políticas,
entraremos en el período conocido como «democracia radical»,
llamado así porque se consiguió la isonomía entre ciudadanos; la
totalidad del poder político se le entregó al pueblo1 ,
canalizándose, sobre la base de una incipiente división de
poderes, en diversas instituciones políticas participativas que
perdurarán en el tiempo hasta que en el año 322 a.C., el ejército
macedonio de Antípatro y Cratero venció a Atenas en la batalla de
Cranón. Podemos afirmar que es la primera y más pura experiencia
democrática de la humanidad.
¿Es
una monarquia parlamentaria?
La
asamblea de Atenas era simplemente un foro de debate para la
discusión de los restringidos asuntos públicos sobre los que
ciudad, y, por tanto, el rey tenía competencia para adoptar
decisiones políticas. Estaba formada por el basileus, que la
presidía, los eupátridas y el resto de pueblo. Sólo el rey y la
poderosa aristocracia tenían derecho de uso de la palabra y, por
tanto, libertad para expresar su opinión sobre las cuestiones que
afectaban a la res publica; sin embargo, en tiempos de guerra la
opinión del adivino era decisiva, porque sólo se iniciaba un ataque
si se contaba con el apoyo de los dioses. El pueblo era un mero
espectador, no tenía derecho a manifestar sus juicios de valor sobre
los temas objeto de debate, ni de voto para decidir la propuesta que
considera más acertada y favorable para el bien común; sólo podía
mostrar su aprobación o desaprobación con las propuestas
presentadas con silencio, gritando o haciendo ruido con las armas .
El basileus, después de conocer el posicionamiento de los eupátridas
y del sentir de la comunidad, tenía el poder absoluto para tomar la
decisión que estimara oportuna, aunque si iba en contra del pueblo
se arriesgaba a un amotinamiento.
Este
malestar se tradujo en enfrentamientos constantes con los diversos
reyes atenienses, hasta que, al morir de Codro (mediados del siglo XI
a.C.), consiguieron arrebatarles el poder político. Sin embargo,
conservaron el carácter de autoridad religiosa, de modo que aunque
los eupátridas gobernaban Atenas, los reyes se sucedieron durante
varios siglos encargándose de dirigir el culto a los dioses
atenienses. Los
eupátridas gobernaban
la polis, monopolizaban el poder político y religioso, que se
canalizaba a través de tres magistraturas.
Inicialmente,
sus titulares ejercían el cargo durante diez años, pero,
posteriormente, fueron anuales; eran
elegidos por sorteo de entre los propuestos por los jefes de las
familias
Los
eupátridas eran los únicos que conocían las leyes no escritas
(tesmoi) porque la religión se las había revelado y habían
transmitido su conocimiento de padres a hijos, de modo que sólo
ellos administraban justicia
A mediados
del siglo VII a.C., fruto de la lucha de clases, se
consiguió la publicidad de las leyes,
esta tarea fue encargada a seis temostetas, que junto a las otras
tres magistraturas formaban el colegio de los nueve arcontes,
elegidos entre aquellos eupátridas que tenían unas cualidades
especiales para interpretar las creencias religiosas, que eran la
fuente del derecho.
Los seis
temostetas formaban parte del Themosthéai, que era un tribunal
colegiado encargado del enjuiciamiento de determinados delitos y de
causas civiles. Asimismo, el Hoi Tettarakonta era un tribunal
itinerante que se iba desplazando por el Ática para enjuiciar
pleitos civiles y ciertos delitos.
La gens
continuaba siendo una comunidad política con mucho poder sobre todas
aquellas personas que, ya sea por vínculo de sangre o de
servidumbre, formaban parte de ella porque las antiguas creencias
religiosas continuaban estando profundamente arraigadas en las
conciencias, condenándoles a estar plenamente sometidos al
primogénito-eupátrida sin ser ni siquiera conscientes del
embridamiento en el que se encontraban. La unidad inquebrantable de
la familia estaba cimentada sobre el principio de indivisibilidad del
caudal relicto, imposibilitando su reparto equitativo entre los
hermanos con el fin de que la continuidad del culto estuviera
garantizada por el primogénito. Esta regla profundamente injusta y
discriminatoria se fue abandonando progresivamente con el paso de los
siglos,
eran
tribunales populares formados por ciudadanos que asumieron la
potestad jurisdiccional en materia penal y civil, sin perjuicio de
que tanto el Consejo del Areópago como el Tribunal de Efetas
conservaron sus competencias judiciales. Según ARISTÓTELES, Solón
contribuyó a que este poder atribuido al pueblo tuviera mucha
repercusión social, al establecer leyes oscuras que provocaron una
gran cantidad de litigios resueltos por los ciudadanos. Por otra
parte, el
estagirita afirma que concedió a los ciudadanos la potestad de
fiscalizar la actividad realizada por los magistrados, que debían
comparecer ante los dikasterios, lo que fortaleció la posición del
pueblo frente a los eupátridas, impidiendo que utilizaran el cargo
en su propio beneficio.
La
timocracia se sustentaba sobre la base de la división de la
población en cuatro clases censitarias: los pentacosiomedimnos eran
los que obtenían quinientos medimnos; los hippeis eran aquellos que
producían más de trescientos medimnos y podían permitirse un
caballo, pertenecían a la caballería y sus obligaciones militares
eran el aprovisionamiento a los hoplitas; los zeugitai eran los que
producían entre doscientos y trescientos medimnos, eran los
agricultores y campesinos, propietarios de una yunta de bueyes y
podían costearse la panoplia y formaban parte de los hoplitas; los
thetes eran jornaleros que obtenían menos de doscientos medimnos,
fueron muy necesarios en el ambiente bélico que vivió Atenas porque
eran los remeros de la flota. Las magistraturas superiores eran las
siguientes; los nueve arcontes, los intendentes, los contratistas
públicos, lo Once y los recaudadores. Estaban ocupadas por los
pentacosiomedimnos, hippeis y zeugitas, elegidos por sortero de entre
los propuestos por cada una de las tribus. El cargo público más
importante era el de arconte pero sólo podían optar al mismo los
pentacosiomedimnos
Solón
podría haberse convertido en un tirano simplemente acercándose a
cualquiera de las dos facciones, sin embargo, no sucumbió a la
tentación del poder omnímodo y decidió legislar según su saber y
entender, aunque eso le granjera la enemistad y el enfrentamiento con
todos. Una vez que estableció el nuevo régimen político, partió
para Egipto para evitar las presiones a las que estaba siendo
sometido por todos para que modificara tal o cual ley, o para que
aprobara otras. En su ausencia, volvieron los enfrentamientos, y
diversos grupos trataron de hacerse con el poder. Finalmente, el
tirano Pisístrato, apoyado por el demos empobrecido, consiguió
ocupar la acrópolis y convertirse en dictador
Finalmente
Clístenes
consiguió casi la isonomía y Pericles la 1 (igualdad ante la ley)
entre ciudadanos porque no sólo permitió el acceso a las
magistraturas superiores (arconte e intendente) a los zeugitas, sino
que, por primera vez en la historia de Atenas, liberó de su
marginación a los thetes: los más pobres, permitiéndoles el acceso
a todas las magistraturas ordinarias, y en cuanto a las superiores,
podían alcanzar el cargo de intendente, pero desconocemos si también
el de arconte
Todos
los ciudadanos tenían derecho a disertar sobre la materia objeto de
debate, sus opiniones tenían igual valor porque se reconoció el
derecho de voto para decidir sobre los asuntos que afectaran a la
comunidad política en la proporción de un ciudadano un voto
Hoy dia ,
el consenso es un termino antidemocratico que proviene de la Iglesia
Catolica debido a que miembros del Opus Dei fueron miembros que la
desarrollaron, el consenso no hay disenso, por tanto no se puede
disertar.
El
sistema de designación de los titulares de las magistraturas era por
sorteo entre los ciudadanos, excepto la de strategos, jefes de la
caballería, el encargado de la subvención de los espectáculos
público y
el de las fuentes, elegidos por la Asamblea. 65 Sin duda estamos ante
una concepción radical de la igualdad de derechos y de
oportunidades, que supone la supresión del carácter aristocrático
que impregna el sistema de elección, y que en la práctica no sitúa
en el poder a los que objetivamente son los más idóneos, sino a los
que subjetivamente la mayoría cree que son los mejores, lo que sin
duda abre las puertas a las presiones y captaciones de la voluntad
para conseguir los votos y, por tanto, provoca que el poder político
se concentre siempre en las manos de los poderosos, impidiendo el
acceso a los cargos públicos a los demás ciudadanos.
Los
metecos eran extranjeros que necesitaban a un protector (próstata)
para poderse inscribir y residir legalmente en alguna demo de Atenas,
no podían ser propietarios de predios, por lo que eran arrendatarios
del próstata y se dedicaban a la artesanía o al comercio, llegando
en ocasiones a poseer importantes fortunas; pagaban tributos,
prestaban sus servicios en el ejército como hoplitas o remeros, en
el caso de ser llevados ante un tribunal tenían que ser defendidos
por el protector. Se calcula que había en Atenas unos diez mil
metecos lo que significa que podían influir de manera decisiva en la
toma de decisiones políticas de la Ekklesia, esto probablemente era
utilizado por los plousioi (los ricos) para incrementar su poder en
la Asamblea, ya que eran los que tenían a su cargo a los metecos,
que se encontraban en una situación de dependencia y subordinación
absoluta a su protector, porque sin él no podían vivir en Atenas.
Ante esta situación, la finalidad perseguida por Pericles pudo haber
sido favorecer a la clase media y al demos para que su voz y su voto
tuviera más fuerza e influencia en la política ateniense. El
esclavo era un extranjero no residente, no era considerado ni
siquiera persona, era una simple mercancía lista y dispuesta para
comerciar con ella en los mercados o capturarla como una parte más
del botín de una batalla victoriosa. Se encargaban de los trabajos
domésticos, de la extracción de plata en las minas, de la
artesanía, eran la auténtica fuerza productiva de Atenas, su
economía dependía de ellos; y, a su vez, liberaba a la aristocracia
ateniense, que eran los que podían comprar y mantener a los
esclavos, del trabajo y podían dedicarse, a tiempo completo, a la
política; esto les situaba en una situación de superioridad
numérica en la Asamblea frente a las clases populares, y si además
le adicionamos el poder sobre el voto de los esclavos, ya tenían el
control absoluto de la Ekklesia. Por ello, con esta medida Pericles
trata de impedir, en la medida de lo posible, que las diferencias
económicas no transformen en la práctica la democracia en una
férrea oligarquía.
En esta
misma línea, logró que se aprobara la institución de la
mistoforia, que consistía en fijar una retribución por el ejercicio
de las magistraturas, con el fin de que los pobres pudieran
participaran activamente en la vida política, y así, de esta forma,
los cargos públicos no estuvieran monopolizadas por los pluosioi. La
mistoforia contribuyó de forma importante a la consolidación de la
democracia, porque permitió que la igualdad de derechos políticos,
en cuanto al poder ejecutivo se refiere, no se quedara en una mera
declaración programática o de intenciones, sino que fuera real y
efectiva.
Al
entregar Solón la justicia al pueblo, permitió que cualquier
ciudadano pudiera ejercer este poder soberano, y sin duda estableció
los cimientos para el progresivo establecimiento del régimen
democrático ateniense. Durante el período de tiempo en el que
estuvo vigente la democracia participativa en Atenas, la potestad
jurisdiccional en causas civiles y penales se canalizó a través de
una pluralidad de cargos públicos y órganos judiciales colegiados,
cuyos miembros eran elegidos
por sorteo para un período anual entre todos los ciudadanos:
— Los
diez instructores de causas tenían encomendada la función de juzgar
aquellos pleitos urgentes, debían resolverse en el término de un
mes, fundamentalmente en materia civil.
— Los
Cuarenta, cuatro por tribu, cuya competencia recaía sobre pleitos
civiles de hasta diez dracmas, si la cuantía era superior el asunto
era competencia de los arbitradores.
— Los
arbitradores tenían la misión de conseguir una transacción
judicial entre las partes para poner fin al conflicto mediante un
acuerdo extrajudicial que se documentaba en un laudo, en caso de que
no fuera posible conciliar las posturas enfrentadas, se remitía el
litigio al dikasterio correspondiente para que procediera a su
enjuiciamiento. Este cargo era obligatorio para todos aquellos
ciudadanos mayores de sesenta años a los que se les asigna un número
de asuntos que debían resolver necesariamente y en caso de
incumplimiento eran sancionados.
-El
Consejo del Areópago y el Tribunal de Efetas continuaron ejerciendo
sus tradicionales competencias penales sobre el enjuiciamiento de los
delitos de sangre. Los tribunales (dikasterios) estaban formados por
un presidente (arconte) que establecía el orden de los juicios y por
aquellos ciudadanos mayores de treinta años, en el pleno ejercicio
de sus derechos civiles y sin deudas pendientes con la ciudad-estado,
86 (dikastai) que salían elegidos mediante sorteo, debiendo
solicitar previamente su inclusión en el mismo; ejercían las
funciones de jueces y jurado87 . Anualmente se designaban seis mil
jueces, seiscientos de cada tribu, para atender a las necesidades de
la justicia ateniense, y se incorporaban a alguno de los numerosos
dikasterios, formados por un número diferente de miembros
dependiendo de la causa que tuvieran que enjuiciar: en los litigios
civiles de hasta mil dracmas, estaba compuesto de 201 miembros y en
los de más de mil por 401 ciudadanos88 , en las causas penales,
estaba formado por 500, 1000 o para las más graves 1500 miembros. 89
El tribunal más conocido era el del Heliaia que se encontraba en el
ágora, pero había más dikasterios repartidos por toda la ciudad;
se celebraban los juicios90 durante todos los días laborables,
excepto los tres últimos días de cada mes y los días en que la
Ekklesia tenía en sesión.