martes, 12 de enero de 2021

AUTONOMIA INTEGRAL

 

AUTONOMÍA



Cuando lees la hipocresía descrita en la Constitución y en los Estatutos Autonómicos, te empiezas a cuestionar si las leyes se crearon para la ciudadanía, o para legitimar una oligarquía que no esta basada en la soberanía nacional, sino, en una capa de la sociedad privilegiada del poder económico, y que solo necesita legitimar su poder en textos, porque ahora esté de moda que toda democracia quede por escrito, y con toda hipocresía e incredulidad, se permita hacerse propaganda de si misma en el BOE o en la Constitución, recordando que es una Legislación Consolidada, o que se recuerde a si mismo torpemente que es un Estado Social, auto-publicitando “Democrático”. Eso solo quiere decir, que cuanto mas aparezca la palabra Democracia, menos lo será. Y cuanto mas se desarrolle menos Democrática será.

Los textos son explícitos, escriben de los servicios oportunistas y reivindicativos de las modas pasajeras, pero luego no se espera nada mas, se deja al sistema electoral que lo premie o castigue en función de si predica con el ejemplo o no, la Constitución y los Estatutos de Autonomía parecen un programa electoral lleno de estética realizado torticeramente para intentar saciar y convencer a los extranjeros y los ciudadanos de algo que nunca podrá desarrollarse en España, la ética de buen Gobierno.

La imaginación no debe ser una cualidad negativa en la sociedad, todo lo contrario, nos ayudan a distraernos de la realidad con obras fascinantes, sobretodo cuando la realidad que nos rodea es aversiva. La capacidad de abstracción es indiscutible, incluso el autor de libros literarios suele añadir cierto delirio cómico o cínico en su obra literaria, hasta que sentimos nostalgia, melancolía incluso compasión por el protagonista de la historia, nos ayuda a ser mas humanos, quien toma al Quijote, como una lucha de los demonios de un mal sueño, la realidad.

Sin embargo, no ponemos nuestros sentidos, nuestra compasión, y no vivimos con la misma pasión la realidad literal, en cierto sentido se nos ha apartado de la acción política que construye nuestro futuro, la única fuerza capaz de salir de nuestra fantasía con la que vivimos y convivimos. Sometidos a la peor distracción adoctrinadora, esa televisión que guía con la visión de la oligarquía económica, pero con ayuda de psicólogos que manipulan la conducta humana, aquellos que estudiaron nuestros cerebros con fines comerciales para influir nuestra conducta sobre la publicidad, llegando al subconsciente con la tecnología subliminal, para ser esclavos de sus acciones, acciones que coartan su libertad, alejándolos de la conciencia de las mismas.

Democracia es una palabra de origen griego que fue acuñada por los atenienses para referirse a su forma de gobierno, instaurada en los últimos años del siglo VI a.C.

La pregunta que nos llega es, ¿ tenemos una cultura lo suficientemente buena para ejercer directamente los poderes soberanos, sin ningún tipo de representantes que distorsionen, alteren o manipulen la voluntad del pueblo para adaptarla, según su conveniencia, a sus intereses privados, posibilitando que todos los ciudadanos tengan al menos una pericia aceptable en política ?

¿Tenemos conciencia de clases y sabemos que los principales medios de comunicación que son los dueños de los canales de comunicación que manipulan la información interpretándola antes para darnos su retorcida visión y su opinión sobre hechos aislados que forman parte de nuestras vidas?

¿Sabemos por que alteran hechos insignificantes que no representan un grave problema en el desarrollo de nuestras vidas y por que silencian los que si nos perjudican el futuro?

¿Tenemos la capacidad de ver la mentira, o la intención del mensaje?

La democracia no surgió espontáneamente en Atenas, sino que fue el resultado de un largo proceso de conquistas sociales, económicas y políticas, conseguidas gracias a las revoluciones del pueblo, que subyugado y profundamente discriminado durante siglos por la poderosa aristocracia (eupátridas), se levantó contra el régimen político revelado, auspiciado y sustentado por la religión tradicional del Ática. Gracias a las reformas solonianas, consiguió acceder a la propiedad y a los primeros derechos políticos, comenzándose a iluminar la senda por la que tendría que caminar hasta alcanzar el poder político que tradicionalmente habían monopolizado los eupátridas.

Clístenes continuará el camino iniciado hacia la democracia otorgando nuevos derechos políticos al pueblo y diseñando una organización político-territorial: la división de Atenas en diez tribus, con la que asestó el golpe definitivo al poder político-religioso de los eupátridas, al eliminar todos los privilegios basados en el nacimiento de los que secularmente habían disfrutado, y suprimir la influencia de la primitiva religión en la vida política ateniense instaurando nuevos cultos a divinidades diferentes. Con la ascensión de Pericles al cargo de strategos y sus reformas políticas, entraremos en el período conocido como «democracia radical», llamado así porque se consiguió la isonomía entre ciudadanos; la totalidad del poder político se le entregó al pueblo1 , canalizándose, sobre la base de una incipiente división de poderes, en diversas instituciones políticas participativas que perdurarán en el tiempo hasta que en el año 322 a.C., el ejército macedonio de Antípatro y Cratero venció a Atenas en la batalla de Cranón. Podemos afirmar que es la primera y más pura experiencia democrática de la humanidad.

¿Es una monarquia parlamentaria?

La asamblea de Atenas era simplemente un foro de debate para la discusión de los restringidos asuntos públicos sobre los que ciudad, y, por tanto, el rey tenía competencia para adoptar decisiones políticas. Estaba formada por el basileus, que la presidía, los eupátridas y el resto de pueblo. Sólo el rey y la poderosa aristocracia tenían derecho de uso de la palabra y, por tanto, libertad para expresar su opinión sobre las cuestiones que afectaban a la res publica; sin embargo, en tiempos de guerra la opinión del adivino era decisiva, porque sólo se iniciaba un ataque si se contaba con el apoyo de los dioses. El pueblo era un mero espectador, no tenía derecho a manifestar sus juicios de valor sobre los temas objeto de debate, ni de voto para decidir la propuesta que considera más acertada y favorable para el bien común; sólo podía mostrar su aprobación o desaprobación con las propuestas presentadas con silencio, gritando o haciendo ruido con las armas . El basileus, después de conocer el posicionamiento de los eupátridas y del sentir de la comunidad, tenía el poder absoluto para tomar la decisión que estimara oportuna, aunque si iba en contra del pueblo se arriesgaba a un amotinamiento.

Este malestar se tradujo en enfrentamientos constantes con los diversos reyes atenienses, hasta que, al morir de Codro (mediados del siglo XI a.C.), consiguieron arrebatarles el poder político. Sin embargo, conservaron el carácter de autoridad religiosa, de modo que aunque los eupátridas gobernaban Atenas, los reyes se sucedieron durante varios siglos encargándose de dirigir el culto a los dioses atenienses. Los eupátridas gobernaban la polis, monopolizaban el poder político y religioso, que se canalizaba a través de tres magistraturas.

Inicialmente, sus titulares ejercían el cargo durante diez años, pero, posteriormente, fueron anuales; eran elegidos por sorteo de entre los propuestos por los jefes de las familias

Los eupátridas eran los únicos que conocían las leyes no escritas (tesmoi) porque la religión se las había revelado y habían transmitido su conocimiento de padres a hijos, de modo que sólo ellos administraban justicia

A mediados del siglo VII a.C., fruto de la lucha de clases, se consiguió la publicidad de las leyes, esta tarea fue encargada a seis temostetas, que junto a las otras tres magistraturas formaban el colegio de los nueve arcontes, elegidos entre aquellos eupátridas que tenían unas cualidades especiales para interpretar las creencias religiosas, que eran la fuente del derecho.

Los seis temostetas formaban parte del Themosthéai, que era un tribunal colegiado encargado del enjuiciamiento de determinados delitos y de causas civiles. Asimismo, el Hoi Tettarakonta era un tribunal itinerante que se iba desplazando por el Ática para enjuiciar pleitos civiles y ciertos delitos.

La gens continuaba siendo una comunidad política con mucho poder sobre todas aquellas personas que, ya sea por vínculo de sangre o de servidumbre, formaban parte de ella porque las antiguas creencias religiosas continuaban estando profundamente arraigadas en las conciencias, condenándoles a estar plenamente sometidos al primogénito-eupátrida sin ser ni siquiera conscientes del embridamiento en el que se encontraban. La unidad inquebrantable de la familia estaba cimentada sobre el principio de indivisibilidad del caudal relicto, imposibilitando su reparto equitativo entre los hermanos con el fin de que la continuidad del culto estuviera garantizada por el primogénito. Esta regla profundamente injusta y discriminatoria se fue abandonando progresivamente con el paso de los siglos.


Habian tribunales populares formados por ciudadanos que asumieron la potestad jurisdiccional en materia penal y civil, sin perjuicio de que tanto el Consejo del Areópago como el Tribunal de Efetas conservaron sus competencias judiciales. Según ARISTÓTELES, Solón contribuyó a que este poder atribuido al pueblo tuviera mucha repercusión social, al establecer leyes oscuras que provocaron una gran cantidad de litigios resueltos por los ciudadanos. Por otra parte, el estagirita afirma que concedió a los ciudadanos la potestad de fiscalizar la actividad realizada por los magistrados, que debían comparecer ante los dikasterios, lo que fortaleció la posición del pueblo frente a los eupátridas, impidiendo que utilizaran el cargo en su propio beneficio.

La timocracia se sustentaba sobre la base de la división de la población en cuatro clases censitarias: los pentacosiomedimnos eran los que obtenían quinientos medimnos; los hippeis eran aquellos que producían más de trescientos medimnos y podían permitirse un caballo, pertenecían a la caballería y sus obligaciones militares eran el aprovisionamiento a los hoplitas; los zeugitai eran los que producían entre doscientos y trescientos medimnos, eran los agricultores y campesinos, propietarios de una yunta de bueyes y podían costearse la panoplia y formaban parte de los hoplitas; los thetes eran jornaleros que obtenían menos de doscientos medimnos, fueron muy necesarios en el ambiente bélico que vivió Atenas porque eran los remeros de la flota. Las magistraturas superiores eran las siguientes; los nueve arcontes, los intendentes, los contratistas públicos, lo Once y los recaudadores. Estaban ocupadas por los pentacosiomedimnos, hippeis y zeugitas, elegidos por sortero de entre los propuestos por cada una de las tribus. El cargo público más importante era el de arconte pero sólo podían optar al mismo los pentacosiomedimnos

Solón podría haberse convertido en un tirano simplemente acercándose a cualquiera de las dos facciones, sin embargo, no sucumbió a la tentación del poder omnímodo y decidió legislar según su saber y entender, aunque eso le granjera la enemistad y el enfrentamiento con todos. Una vez que estableció el nuevo régimen político, partió para Egipto para evitar las presiones a las que estaba siendo sometido por todos para que modificara tal o cual ley, o para que aprobara otras. En su ausencia, volvieron los enfrentamientos, y diversos grupos trataron de hacerse con el poder. Finalmente, el tirano Pisístrato, apoyado por el demos empobrecido, consiguió ocupar la acrópolis y convertirse en dictador

Finalmente Clístenes consiguió casi la isonomía y Pericles la 1 (igualdad ante la ley) entre ciudadanos porque no sólo permitió el acceso a las magistraturas superiores (arconte e intendente) a los zeugitas, sino que, por primera vez en la historia de Atenas, liberó de su marginación a los thetes: los más pobres, permitiéndoles el acceso a todas las magistraturas ordinarias, y en cuanto a las superiores, podían alcanzar el cargo de intendente, pero desconocemos si también el de arconte

Todos los ciudadanos tenían derecho a disertar sobre la materia objeto de debate, sus opiniones tenían igual valor porque se reconoció el derecho de voto para decidir sobre los asuntos que afectaran a la comunidad política en la proporción de un ciudadano un voto

Hoy dia , el consenso es un termino antidemocratico que proviene de la Iglesia Catolica debido a que miembros del Opus Dei fueron miembros que la desarrollaron, el consenso no hay disenso, por tanto no se puede disertar.

El sistema de designación de los titulares de las magistraturas era por sorteo entre los ciudadanos, excepto la de strategos, jefes de la caballería, el encargado de la subvención de los espectáculos público y el de las fuentes, elegidos por la Asamblea. 65 Sin duda estamos ante una concepción radical de la igualdad de derechos y de oportunidades, que supone la supresión del carácter aristocrático que impregna el sistema de elección, y que en la práctica no sitúa en el poder a los que objetivamente son los más idóneos, sino a los que subjetivamente la mayoría cree que son los mejores, lo que sin duda abre las puertas a las presiones y captaciones de la voluntad para conseguir los votos y, por tanto, provoca que el poder político se concentre siempre en las manos de los poderosos, impidiendo el acceso a los cargos públicos a los demás ciudadanos.

Los metecos eran extranjeros que necesitaban a un protector (próstata) para poderse inscribir y residir legalmente en alguna demo de Atenas, no podían ser propietarios de predios, por lo que eran arrendatarios del próstata y se dedicaban a la artesanía o al comercio, llegando en ocasiones a poseer importantes fortunas; pagaban tributos, prestaban sus servicios en el ejército como hoplitas o remeros, en el caso de ser llevados ante un tribunal tenían que ser defendidos por el protector. Se calcula que había en Atenas unos diez mil metecos lo que significa que podían influir de manera decisiva en la toma de decisiones políticas de la Ekklesia, esto probablemente era utilizado por los plousioi (los ricos) para incrementar su poder en la Asamblea, ya que eran los que tenían a su cargo a los metecos, que se encontraban en una situación de dependencia y subordinación absoluta a su protector, porque sin él no podían vivir en Atenas. Ante esta situación, la finalidad perseguida por Pericles pudo haber sido favorecer a la clase media y al demos para que su voz y su voto tuviera más fuerza e influencia en la política ateniense.

El esclavo era un extranjero no residente, no era considerado ni siquiera persona, era una simple mercancía lista y dispuesta para comerciar con ella en los mercados o capturarla como una parte más del botín de una batalla victoriosa. Se encargaban de los trabajos domésticos, de la extracción de plata en las minas, de la artesanía, eran la auténtica fuerza productiva de Atenas, su economía dependía de ellos; y, a su vez, liberaba a la aristocracia ateniense, que eran los que podían comprar y mantener a los esclavos, del trabajo y podían dedicarse, a tiempo completo, a la política; esto les situaba en una situación de superioridad numérica en la Asamblea frente a las clases populares, y si además le adicionamos el poder sobre el voto de los esclavos, ya tenían el control absoluto de la Ekklesia. Por ello, con esta medida Pericles trata de impedir, en la medida de lo posible, que las diferencias económicas no transformen en la práctica la democracia en una férrea oligarquía.

En esta misma línea, logró que se aprobara la institución de la mistoforia, que consistía en fijar una retribución por el ejercicio de las magistraturas, con el fin de que los pobres pudieran participaran activamente en la vida política, y así, de esta forma, los cargos públicos no estuvieran monopolizadas por los pluosioi. La mistoforia contribuyó de forma importante a la consolidación de la democracia, porque permitió que la igualdad de derechos políticos, en cuanto al poder ejecutivo se refiere, no se quedara en una mera declaración programática o de intenciones, sino que fuera real y efectiva.


Al entregar Solón la justicia al pueblo, permitió que cualquier ciudadano pudiera ejercer este poder soberano, y sin duda estableció los cimientos para el progresivo establecimiento del régimen democrático ateniense. Durante el período de tiempo en el que estuvo vigente la democracia participativa en Atenas, la potestad jurisdiccional en causas civiles y penales se canalizó a través de una pluralidad de cargos públicos y órganos judiciales colegiados, cuyos miembros eran elegidos por sorteo para un período anual entre todos los ciudadanos:


Los diez instructores de causas tenían encomendada la función de juzgar aquellos pleitos urgentes, debían resolverse en el término de un mes, fundamentalmente en materia civil.

Los Cuarenta, cuatro por tribu, cuya competencia recaía sobre pleitos civiles de hasta diez dracmas, si la cuantía era superior el asunto era competencia de los arbitradores.

Los arbitradores tenían la misión de conseguir una transacción judicial entre las partes para poner fin al conflicto mediante un acuerdo extrajudicial que se documentaba en un laudo, en caso de que no fuera posible conciliar las posturas enfrentadas, se remitía el litigio al dikasterio correspondiente para que procediera a su enjuiciamiento. Este cargo era obligatorio para todos aquellos ciudadanos mayores de sesenta años a los que se les asigna un número de asuntos que debían resolver necesariamente y en caso de incumplimiento eran sancionados.

-El Consejo del Areópago y el Tribunal de Efetas continuaron ejerciendo sus tradicionales competencias penales sobre el enjuiciamiento de los delitos de sangre. Los tribunales (dikasterios) estaban formados por un presidente (arconte) que establecía el orden de los juicios y por aquellos ciudadanos mayores de treinta años, en el pleno ejercicio de sus derechos civiles y sin deudas pendientes con la ciudad-estado, 86 (dikastai) que salían elegidos mediante sorteo, debiendo solicitar previamente su inclusión en el mismo; ejercían las funciones de jueces y jurado87 . Anualmente se designaban seis mil jueces, seiscientos de cada tribu, para atender a las necesidades de la justicia ateniense, y se incorporaban a alguno de los numerosos dikasterios, formados por un número diferente de miembros dependiendo de la causa que tuvieran que enjuiciar: en los litigios civiles de hasta mil dracmas, estaba compuesto de 201 miembros y en los de más de mil por 401 ciudadanos88 , en las causas penales, estaba formado por 500, 1000 o para las más graves 1500 miembros. 89 El tribunal más conocido era el del Heliaia que se encontraba en el ágora, pero había más dikasterios repartidos por toda la ciudad; se celebraban los juicios90 durante todos los días laborables, excepto los tres últimos días de cada mes y los días en que la Ekklesia tenía en sesión.

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